¿Que por qué me quedé? Ah, sí, porque soy idiota
Pero la cosa es que estoy probando desde este último viernes una variante de esta técnica: 30 minutos de llanto desconsolado al acostarme, y duermo como un tronco. El problema es que el insomnio es fuerte, así que ese "duermo como un tronco" tarda unas cinco horas en llegar. Pero, oiga, la hora y media restante hasta que suene el despertador, duermo de cojones. Obviando las pesadillas. Y las veces que sueño con ella (o sea, siempre).
En fin, sí. Lo sé. Ando más jodido que Lucia Lapiedra en un día de trabajo con Nacho Vidal, pero qué queréis que le haga...
Por eso, diré las cosas que no me atrevo a decirte a la cara... en otro blog de título latino.