Nombre: Íbiel "Xib-X" Berciano, AKA Sheinnandhosh
Nacimiento: Primer día del año 13452 Bueno, pues yo soy Íbiel, un elfo friki que se ha hecho su blog. Y es que ahora cualquiera puede hacerse un blog... hasta yo. Me gusta el heavy metal, Nightwish, leer, las bandas sonoras, Matrix, dibujar, manganime, los videojuegos, la sangre... Puedes ver mi perfil completo aquí. |
martes, enero 24, 2006
sábado, enero 21, 2006
¡La alegría vuelve a mi!
viernes, enero 20, 2006
martes, enero 17, 2006
¡Si, si, si! ¡Lo logré!
lunes, enero 16, 2006
Significado de la ikurrina...
- Rojo: Por la sangre derramada.
- Verde: Por la esperanza.
- Blanco: Por la paz.
Mundua zugatik...
viernes, enero 13, 2006
[Título en proceso]
miércoles, enero 11, 2006
Solitario...
lunes, enero 02, 2006
Libre...
Sientes cómo el viento azota tus cabellos, los cuales apartas de un manotazo. Continuas agachada, pretendiendo ocultarte lo máximo posible, aun sabiendo que es en vano, pues la verde hierba mide apenas cinco centímetros, lo cual no es mucho para esconderse, te repites constantemente, como queriendo convencerte de que, tarde o temprano, te verán. Bien es verdad que la colina está desierta en cuanto a criaturas se refiere, obviando, por supuesto, a los pájaros que habitan en los escasos árboles que por el campo se esparcen con aleatoriedad, o las mariposas que vuelan de flor en flor, buscando algo que comer. Das unos pocos pasos, siempre con la mano en el mango de tu espada, por si acaso. Sigues girando al rededor de la colina, hasta que de repente, lo ves: el gigante que andabas buscando. Es cómo un humano más, pero más alto, más grande, y más musculoso. Su piel es de un gris pétreo, algo azulado, que sugiere frialdad absoluta. Viste unos ropajes de cuero, a forma de peto, y unos guantes del mismo material, que abarcan sus manos enteras -exceptuando los dedos, que agarran una descomunal hacha de doble filo- y parte de sus brazos. Te concentras, recordando que el aire es un elemento más, como lo son el agua o la roca, y que siendo consciente de ello, podrás nadar por el como lo harías en el mar, o andar sobre el como harías sobre una roca: la gravedad sólo existe si se cree en ella. Te pones en pié, espada en mano, desenvainada, corriendo tras de ti, agarrada a tus dedos, y te deslizas a la carrera colina abajo, tus pies apenas rozando la suave hierba, y entonces el gigante te ve, se gira y te ataca. Y es entonces cuando tú alcanzas el punto álgido de tu concentración, y saltas hacia él. Tus pies de separan del suelo y se alzan con el resto de tu cuerpo, que levanta el vuelo, majestuoso. El hacha pasa por debajo tuyo, cortando el aire, y tú sigues avanzando en el viento, hasta que el gigante queda tras de ti, momento en el cual das media vuelta, y aprovechando la inevitable recaída al suelo, sesgas de un lado al otro el cuello de tu enemigo. Caes con violencia al suelo, al igual que el gigante, que, como si de un geiser se tratase, riega el campo, incluida tú misma, con una ingente cantidad de sangre que emana de su cuello, para luego abandonar la postura de genuflexión en la que se encontraba y quedar tumbado en el húmedo suelo. Inspiras profundamente, suspirando de igual manera después. Envainas tu espada, no sin antes limpiarle la sangre que le daba ese brillo rojo a su filo. Y entonces, después de tanto tiempo sin poderlo, te sientes libre...