Sábado, 17 de febrero de 2007
Día lluvioso. Mis favoritos. Y sin embargo… Odio este mundo. Nadie es verdadero, todo el mundo tiene una tercera mano tras la espalda, esperando con la daga entre sus dedos. No es que esté triste porque me hayan traicionado, que no lo han hecho. Me limito a decir la verdad que veo de este mundo.
Estamos en esto juntos, ¿recuerdas? Prometimos seguir hasta el final. Nos lo prometimos y se lo prometimos.
Lo sé, en ningún momento he hablado de rendirme. Simplemente… Quisiera haber aprovechado la lluvia. Quisiera haber salido a la calle sin cazadora ni jersey, apenas con calzado, pantalones y camiseta, y haberme quedado, con los brazos extendidos, disfrutando de la lluvia. Quisiera haberle escrito un poema a la lluvia de este día. Quisiera haber estado con ella. Quisiera tantas cosas que no he podido. No por falta de tiempo, sino por incapacidad. No me encuentro hoy. Y no quiero decir que no me encuentre bien, quiero decir que no me encuentro. Me siento vacío. Solo la lluvia y la música pueden llenarme en un momento así. Ambas a la vez, a ser posible. Me estoy teniendo que conformar con la música.
Estoy harto de tu corazón de hielo. Estoy harto de que tus lágrimas estén secas, de que te hayas olvidado cómo se llora por un mal menor. Estoy harto de que lleves dos días en este estado absurdo.
Ayer tuve mi momento de libertad, mi momento de sentirme lleno. Me subí de pié en un de los bordes de madera del puente de la libélula. Qué sensación. De no ser por lo sucia que está, me habría lanzado de cabeza a la ría en ese momento. Aun sin eso, me sentí lleno. Fueron unos segundos de felicidad pura, unas gotitas de essence absolue.
Pena que en ese momento no llovía.
Pena. Ha empezado a llover hoy.
Miércoles, 7 de marzo
Día de viento. Mucho viento. Otro de mis favoritos. Y otro que no puedo disfrutar. Marta… Eres un sol cuando quieres. Gracias por aguantarme. Y perdóname por no acordarme de tu cumpleaños. Últimamente no estoy como para alegrías precisamente. La pérdida de dos seres queridos no es como para estarlo. Uno fue por culpa de las fuerzas de la naturaleza. El otro fue… ¿por qué fue? Ni yo mismo lo sé. Solo sé que no pienso parar algo que yo no empecé. Not this time. Me está doliendo. No puedo ni quiero negarlo. La perdida de un amigo es algo malo siempre. Pero cuando vas viendo que de repente empezó a estar menos contigo y empezaron a salirle alas…
Si quieres a alguien, déjale marchar.
Ya, gracias, no necesitaba esa acotación. Eso ya lo sabía. Pero tengo derecho a que me duela, ¿a que sí? Ves que una relación se debilita, e intentas evitarlo. Pero lo dicho. Empecé a ver que sin mí hacía todas esas cosas que nunca hizo (y algunas que yo si hice y que le avergonzaban, cabe añadir) y que se siente bien con sus nuevos (o no tan nuevos) amigos. Que a veces necesita hablar con alguien por que le ha pasado algo, que ya no me necesita más a mí. ¿Y qué se puede hacer en estos momentos? ¿¡QUÉ SE PUEDE HACER!?...
No lo sé. Busca en tu corazón, que se suele decir.
Ya. Pero mi corazón no sabe. Porque él ya ha seguido adelante. Porque él ya no te necesita. Y porque intento seguir adelante, pero el camino está lleno de piedras, y voy descalzo. Porque me duele. ¡Me duele, ¡maldita sea, ¡ME DUELE!!!
Nadie dijo que fuera a ser fácil.
¡¡Sabía que no era fácil!! ¡Tampoco lo quiero!... Pero la montaña está cansada de ir a Mahoma. Y ahora Mahoma se va. ¿Qué debe hacer la montaña si no es seguir su ejemplo? Dímelo tú.
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