Nombre
: Íbiel "Xib-X" Berciano, AKA Sheinnandhosh    Nacimiento: Primer dí­a del año 13452
         
Bueno, pues yo soy Íbiel, un elfo friki que se ha hecho su blog. Y es que ahora cualquiera puede hacerse un blog... hasta yo. Me gusta el heavy metal, Nightwish, leer, las bandas sonoras, Matrix, dibujar, manganime, los videojuegos, la sangre...
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lunes, julio 06, 2009

Culpabilidad

SONELM (Capital), 1909

El humo de las fábricas se respiraba en el ambiente cargado. Las construcciones habían ido perdiendo su color para dejar paso al negro del carbón. Y en medio de todo ese ajetreo de la capital industrial, en uno de los nervios que salían de la plaza principal, caminaba un joven.
Su respiración era intensa, su paso firme y decidido, su corazón latiendo a mil. Pero no permitía que eso se transmitiese al exterior. A ojos de cualquier otro, su paso era relajado, su expresión, sobria, y sus ojos, fríos e inexpresivos. Su nombre era irrelevante, en tanto en cuanto sólo su familia lo conocía y sólo ellos lo llamaban por su nombre real. Públicamente, usaba un nombre falso de su propia creación, que iba cambiando dependiendo de la época de su vida que estuviese viviendo (cada vez que terminaba una época importante en su vida, se cambiaba de nombre en un intento de acelerar el proceso de espera hasta un nuevo comienzo... no le gustaban los intervalos vacíos de su vida).
Su capa ondeaba tras sus pasos, pero se mantenía lo suficientemente en su sitio como para cumplir el cometido para el que se la había puesto: ocultar la espada que había en su cinto.
Giró a la derecha. No estaba seguro de si recordaba el camino, aunque la verdad sea dicha, tampoco estaba atento hacia a dónde se dirigía. Sus piernas caminaban por cuenta propia. Como en un trance. Un trance de ira controlada.
¡BLAM! La puerta de Adrián se abrió de la primera patada, lanzando astillas de madera en todas direcciones.
— Joder, Elías, podrías llamar a la puerta, digo yo. Es un sistema más lento, pero también consigue que entres.
— Tú te callas.
— ¿Qué coño te pa...?
La taza de café que Adrián estaba bebiendo estalló en millones de pedacitos. En la mano de Elías descansaba una pistola humeante.
— ¿¡QUÉ COÑO...!?
—¡¡QUE TE CALLES, HOSTIAS!!
Elías apuntó a la cabeza de Adrían.
— ¡Eh, tío, tío, relájate, eh! ¡Tío, no me peges un tiro...!
— Genial, justo lo que quería oir —lanzó su arma sobre la mesa y desenfundó la espada—. La pistola era para asustar, ahora viene lo dirvertido —puso el arma en el cuello de Adrián son una sonrisa malvada de satisfacción.
— Eh, eh, espera... Esto... ¿Esto a qué viene?
— Oh, lo sabes muy bien.
— No será por lo de Mon...
— Sabes que sí.
— P-pero si suponía que no te importaba.
— ¿¡Cómo no me va importar!? ¿¡Te estás escuchando a ti mismo!?
— Vale, vale, relájate... Yo lo siento, ¿vale? Soy el primero al que le desagrada esta situación...
— Una mierda.
— Bueno, vale, pero ya me entiendes... Además... joder, creía que ya había pasado, no pensé que... Joder, creía que nos llevábamos bien.
Elías empezó a soltar una risa cada vez más estridente y furiosa.
— Que nos llevábamos bien. Realmente, soy buen actor. Nunca me llevé bien contigo. Me habrías caído bien en otras circustancias distintas, Adrián, pero dada la situación, no me queda otra que odiarte.
— Bu-bueno, pero de ahí a matar hay un trecho... ¿Qué vas a conseguir con esto? No puedes hacer volver el pasado con una muerte.
Elías volvió a estallar en una carcajada mayor.
— Es divertido verte temblar. Es divertido verte sufrir. ¿Volver al pasado con una muerte? No... no... Tu muerte, como bien dices no me traería el pasado. Ni la felicidad. No, estúpido ingenuo, mis actos están bien pensados para traerme la felicidad, y de paso, hundirte a tí. Ya que no puedo traer mi pasado de vuelta, destrozaré tu futuro.
Antes de que Adrián pudiese reaccionar, Elías lanzó su espada a un lado, cogió la pistola de la mesa, y la puso en las manos de Adrián, forzándole a apuntarle a la sien.
El grito de Elías resonó por toda la ciudad: "¡¡ADRIÁN POR DIOS NO, NO ME MATES!!". Entonces se acercó a él y le susurró al oido:
— Esto siempre habrá sido culpa tuya —y pulsó el gatillo por encima de los dedos de Adrián.
¡¡BANG!!
El silencio se hizo en la casa. La sangre salpicó su cara mientras Elías se desplomaba al suelo.
Adrián miró sus manos, en las cuales aún reposaba el arma, todavía caliente. Las palabras de Elías resonaron una última vez en su cabeza "ya que no puedo traer mi pasado de vuelta, destrozaré tu futuro".