Pensamientos a Gritos

ATENCIÓN, CONTENIDO DEPR--

Ah, qué coño, si ya sabemos todos que este blog es emo.

¿Por qué sigo mintiéndote? Ambos sabemos las cosas como son. Ambos sabemos qué hiciste, qué hice yo, qué no supiste, qué no perdone.

Y sin embargo, ¿por qué finjo que realmente fui inmune a todo? ¿Por qué finjo estar bien ahora? Como si no te fueras a percatar de lo que pasa en mi interior. Al fin y al cabo, me conoces bien.

No, espera, no lo haces. No me conoces en absoluto, de hecho.

Pero sabes lo que siento por ti, eso sí lo sabes. Porque te lo dije en un momento de debilidad. Porque en un desliz que tuve, escapó la verdad de entre mis labios. Sin embargo, no parece que comprendas hasta que punto lo que dije era cierto. Eso, o yo no entiendo tu juego.

Porque no, no entiendo. Sabiendo lo que sabes, porque lo sabes, sabes lo que siento por ti y sabes que si no doy un paso adelante es por miedo. Es por la lejanía. Por eso nunca iré más allá de como estamos ahora, porque mis manos no pueden alcanzarte; porque, por mucho que lo pida, mis ojos no alcanzan a verte. Y por mucho que grite tu nombre a los cielos, estos no te traen a mi lado: se limitan a seguir dejando caer la misma lluvia estéril.

Pero a ti todo esto debe parecerte divertido. "Te equivocas de juego", claro, a ti todo esto te parece un juego. Es divertido, ¿verdad? Darme esas falsas esperanzas, alargar tus frases eternamente para que pueda imaginar mil finales para ellas antes de decepcionarme al escuchar lo que sale de entre tus dientes. Parecen palabras banales, parece charla casual, pero son cuchillas que me atraviesan de lado a lado. Yo ya no estoy entre la espada y la pared, no. La espada hace tiempo que me atravesó. Y te sigue pareciendo divertido hacer bailar esa espada en mi interior, hurgar en mis entrañas mientras intento desviar la mirada de tus actos, para evitar sentir el dolor que me quema al mínimo roce de tu piel.

Y por supuesto, tú eres la que tiene problemas. Siempre tú, siempre tú. ¡Yo debo de tener una vida maravillosa, seguro que así lo crees! ¿Lo has soñado, lo has visto en tu bola de cristal? ¡Esa sería una buena explicación para todo ese egoísmo que siempre demuestras al ahogarme con tus problemas sin prestar atención a los míos propios! ¡Ya no soy el pilar en el que apoyarte, ya no soy el cubo en el que echar tu basura! O al menos eso se suponía, que habías encontrado a alguien para todo eso... Pero supongo que esta es solo una más en la lista de las falsas esperanzas.

Y lo peor es que... Dios, maldita sea, sigo sin poder decirte que no te he perdonado. Sigo sin poder decirte que quiero verme eternamente reflejado en tus ojos. Sigo sin poder decirte que no soy un pañuelo para tus lágrimas.

Sigo sin poder decirte cuanto me irritas. Sigo sin poder decirte cuanto te quiero. Sigo sin poder decirte cuanto me ahogo.

Porque te quise y no supe hacerlo bien. Porque te quiero y no sé qué hacer. Porque te quise y estoy empezando a odiarte.